
Publicado en La Crónica del Quindío el 26 de Junio de 2016.
Por: Ernesto Amézquita
Al celebrarse el 26 de Junio el día del abogado debemos reflexionar con sentido de pertenencia, sobre algunos temas tales como el observar que en Colombia es un heroísmo ejercer la abogacía en general y particularmente en la defensa de los derechos humanos.

Lo anterior si tenemos en cuenta que esta profesión está totalmente desamparada, pero si perseguida y atacada desde muchos frentes.
El proceso de pauperización del togado es inocultable, la masificación mediocre y mercantilista de muchas escuelas de derecho es real, el mismos aparato estatal promueve la competencia desleal, la estigmatización y algunos grupos de personas tienden a responsabilizarlos de aspectos tales como la mala administración de justicia, la morosidad judicial o retardo procesal e incluso a juzgarlos como responsables de delitos que cometen sus poderdantes, ya que supuestamente se les contrata para ganar los procesos por creer que es una profesión de resultados y no de medio.
Se mueren los pacientes, se caen los puentes, se quiebran las empresas, se destrozan las economías y no pasa nada a esos otros profesionales; pero si se pierde un caso o existe sentencia que no guste al cliente; es que el abogado es malo o se dejó comprar de la contraparte.
En fin si tenemos en cuenta que no es la conciencia la que determina el ser social sino el ser social quien determina su conciencia, según la filosofía clásica alemana, llegaríamos a la conclusión que este profesional, igual que todos, somos producto de una sociedad en crisis. En otros términos, creo, parodiando a Rousseau: que “El abogado nace bueno y la sociedad en gran parte lo corrompe”.
Jamás defenderemos la falta de ética en ninguna profesión, pero si observamos que de los más de 300. 000 abogados inscritos, quienes son investigados y sancionados representan menos del 1%, concluiremos que la inmensa mayoría cumple o trata de cumplir en condiciones adversas, casi siempre, el mandato recibido y su función legal con eficiencia y rectitud.
Ello no quiere decir que no debamos esforzarnos y tratemos cada día de ser mejores y de agenciar nuestros deberes frente al compromiso social, humano, familiar, moral y como forjadores de la solución jurídica de los conflictos, de la convivencia ciudadana y de la Paz.
La Asociación Colombiana de Facultades de Derecho, Acofade, viene promoviendo la integración de los profesionales del Derecho a través de la Colegiatura Nacional Obligatoria y la creación de un Tribunal de ética autónomo e integrado por los propios Juristas, que auto vigile como sucede en el resto de profesiones, este noble, desagradecido y digno oficio de defender causas ajenas.
Creo que debemos aceptar ese llamado ante el fracaso de más de 5 proyectos de ley que sobre el tema se han presentado en diferentes épocas, pero que finalmente no han prosperado.
Estoy convencido que mejor es lo que está por venir en materia de dignificación de la abogacía y la justicia. Llamo a retomar las banderas del Patrono de abogados, San Ivo, de Couture, del alma de la toga y de tantos otros personajes y textos que nos han señalado paradigmas preclaros en la materialización de nuestros propósitos en el desempeño profesional.
Les deseamos a todos los colegas, hombres y mujeres de bien, en cualquier lugar o cargo en que se encuentren, así como a sus seres queridos y allegados, un prodigioso día, mucho futuro y llamamos a organizarse y a promover la defensa del defensor, pues sin abogados no hay justicia.
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