
“Geo Frederic Joseph Russell –American Journalist [periodista estadounidense]– 1874-1897”.
Por Jim Wyss
jwyss@miamiherald.com
(Turbo, Colombia) Hace 22 años, cuando Ebelio Cortez se convirtió en encargado y enterrador del cementerio de esta ciudad portuaria en el Departamento de Antioquia, encontró una lápida abandonada que le llamó la atención.
En la superficie de granito estaban grabadas estas palabras: “Geo Frederic Joseph Russell –American Journalist [periodista estadounidense]– 1874-1897”.
La lápida estaba derribada y la habían arrastrado hasta ponerla frente a una cripta donde servía de banco, recuerda Cortez, de 59 años. El encargado la levantó, la limpió, y la puso cerca de la entrada del cementerio, debajo de unos arbustos.
“No sé dónde estaba originalmente”, dijo Cortez, “pero me pareció que ahí se veía bien”.
Durante décadas, la lápida estuvo allí como un notorio enigma. Ni las autoridades locales, ni los historiadores tenían idea alguna de quién podría ser Russell. Los periódicos nacionales de la época no mencionaban al aventurero estadounidense y éste no aparecía en los archivos nacionales de Colombia.
Pero menos de un día después que el Miami Herald publicó una historia en internet que buscaba claves sobre la lápida, los lectores comenzaron a verter luz sobre el joven periodista y autor que sucumbió a la “fiebre de la selva” cuando tenía 22 años de edad.
Temprano comienzo
Nacido el 10 de diciembre de 1874 en Indianápolis, Russell sólo tenía 17 años cuando tuvo que “abandonar sus estudios para tomar el más serio empleo de la vida”, de acuerdo con un obituario aparecido en el Salt Lake City Tribune.
Otro lector rastreó hasta Filadelfia la solicitud de pasaporte y el “juramento de lealtad” de Russell. En la planilla, con fecha del 14 de febrero de 1896, se describía a Russell como de 5 pies y ocho pulgadas de estatura, con “labios gruesos” y dientes “grandes, blancos y regulares”.
La ocupación que él puso fue la de “periodista” y dijo a las autoridades de pasaportes que planeaba regresar “en un año” a Estados Unidos.
Mientras viajaba por Suramérica, Russell trabajó para varias publicaciones, en las que escribió sobre una “bebida”, un famoso coctel en Guyana que en la actualidad ha desaparecido, e historias entretejidas sobre minas de oro “en las fétidas selvas de [Guyana]” y los “pantanos plagados de fiebre” del Orinoco a lo largo de la frontera venezolana.
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“Los lectores de este y otros periódicos recordarán con placer una serie de viñetas escritas desde los parajes silvestres de la Guayana Británica y Venezuela, y publicados bajo el nombre de G. Frederic Russell”, escribió el Tribune en su obituario.
Russell cayó enfermo cuando estaba en Colombia. El Tribune dijo que el reportero ya había sobrevivido a “un ataque de la fiebre” antes de sucumbir a un segundo el 11 de enero de 1897. En el momento de su muerte, viajaba en un vapor por el río Atrato con el objetivo de llegar a un consulado estadounidense.
El rotativo tituló su obituario: Un joven Livingstone – Muere de la fiebre de la selva en las tierras salvajes de Colombia.
“Murió en su camarote, asistido sólo por un nativo, según lo más exacto que se puede decir de los [escasos] informes que han llegado, durante la segunda noche a bordo”, escribió el periódico. “Sabía que le venía la muerte, por lo que dio instrucciones sobre la disposición de sus efectos y enfrentó su destino con el valiente espíritu de un héroe”.
La muerte de Russell no pasó inadvertida en Colombia. Los funcionarios estadounidenses en el país enviaron emisarios para inspeccionar el lugar de la tumba y poco después de su entierro, se encargó la pesada lápida. Pero entonces la historia borró casi todos los rastros de Russell.
Luis Vélez Arias, historiador y escritor de Turbo, dijo que la mayoría de las lápidas mortuorias –las que pertenecen a mercaderes o magnates del caucho– hace mucho que desaparecieron del cementerio. E históricamente, se consideraba a la ciudad un páramo que nadie se preocupaba por recordar o preservar su historia.
“Esta es una ciudad que ha hecho caso omiso a su muerte”, dijo Vélez. “Es una ciudad que no conoce su propia historia”.
Cortez, el sepulturero, dijo que hace varios años unas personas trataron de llevarse la lápida como una curiosidad, pero él los detuvo. “Les dije que pertenecía aquí”, explicó.
Cruz de madera
De acuerdo con un documento desenterrado por otro lector del Miami Herald, la lápida original de Russel era una simple cruz de madera atada con una enredadera.
Unos meses después de la muerte de Russell, el periodista William Willard Howard viajó a Turbo para visitar la tumba a solicitud del Consulado de EEUU en Cartagena.
Howard suministra su propia descripción poética.
“Por alguna extraña coincidencia, que uno casi puede considerar como una simpatía inteligente en su naturaleza, una delgada enredadera colgante había brotado de la tierra a los pies de la cruz, y se había entrelazado sobre la vara en espirales regulares hasta que sus ondas superiores se agitaban unas cuantas pulgadas sobre la parte de arriba de la cruz”, escribió.
“Un brote crece en la enredadera cerca del brazo de la cruz”, continuó, “y probablemente florecerá en su momento”.
Gracias especiales a todos los que suministraron informaciones, como Warren Thompson, Todd Larkin, Mike Strunk, Miguel Kelley, Virginia Lloyd y Jeffrey Ice.
Fuente: miamiherald.com